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RENATA GONZALES
Siempre ocupó el primer lugar en su curso y una vez, cuando dos compañeros la sobrepasaron, lloró desconsoladamente. Sin embargo, estudió afanosamente y se esforzó para volver a ser la mejor. Un año después había recuperado su puesto. Rene González, su papá, comerciante y consentido por las tres mujeres de su familia -su esposa y dos hijas-, tuvo que viajar con ellas a Ibagué por motivos laborales. Allí, Renata y su hermana, Diva Viviana, terminaron bachillerato. Años después Renata se graduó en Comercio internacional de la Universidad del Tolima y comenzó a participar en eventos de belleza. Fue virreina en el Concurso de Interbarrios, virreina del Festival del Bambuco, participó por Tolima en el reinado de la Ganadería en Montería y en el reinado del Turismo en Girardot. Hasta que decidió probar suerte en Bogotá y desde hace dos años salió de su casa para radicarse en la capital. "Nos dio duro que se fuera de la casa, porque siempre hemos sido una familia muy unida, pero la apoyamos y la visitamos cada mes", dice su papá, quien sostiene que la apoya como modelo Playboy porque no le pone malicia a las cosas. "El cuerpo humano es muy bien hecho y si es bonito hay que mostrarlo", agrega riendo, aunque advierte que su familia es de "católicos modernos". Renata, por su parte, afirma que no concursó ni por dinero, ni por fama ni por belleza, sino más bien «porque aun sin tener el título de Playboy, siempre me consideré una conejita, porque soy erótica y sensual por naturaleza y Playboy representa lo que siempre he sido". Tomado de La Revista de El Espectador, No. 140, 23 de marzo de 2003 Una conejita pillada Infraganti Mientras se enfunda en un sexy vestido negro, Renata González reconoce que posar desnuda era un trampolín para lanzarse a la fama. “Yo quería ser chica Play-boy –dice la tolimense, quien por estos días prueba suerte en la obra de teatro Infraganti, en una gira nacional que se extenderá hasta noviembre–, pero no para siempre”. Estaba segura de que ese título, obtenido en 2003 y que la convirtió en la imagen del canal para adultos en Latinoamérica, no le iba a dar para toda la vida. Desde entonces han pasado seis años. “El peso de quedarse en la memoria de la gente como la mujer que se quitó la ropa para una revista, no depende tanto de las circunstancias como de ti misma”, puntualiza Renata. Por eso hoy está empeñada en demostrar que puede ser una buena actriz. Con los personajes que ha interpretado aún no puede hacer muchas cuentas, pero la calidad de sus actuaciones habla muy bien de su futuro. Hace tres meses llegó de estudiar inglés en Estados Unidos y fue llamada para el casting del personaje que interpretaba Sara Corrales en Infraganti. Sólo dos días después de la prueba, los productores le avisaron que su actuación había sobresalido frente a las de Kathy Sáenz, Carolina Guerra, Martha Restrepo y Carolina Acevedo. Renata se quedó con el papel, y aunque no puede evitar sentirse orgullosa, sabe que se enfrenta a un reto muy importante. “Las oportunidades siempre llegarán, pero tengo que estar lista para dar la talla y no dejar que se pierdan”, dice entusiasmada. Su experiencia de actuar frente a los 1.200 espectadores que llenan tres veces a la semana el teatro Astor Plaza de Bogotá, ha sido gratificante. “El teatro es completamente distinto de la televisión porque el público aprueba o critica inmediatamente”, confiesa, y le preocupa lograr que en esta comedia, que busca divertir al público durante una hora y 40 minutos, se entiendan sus apuntes graciosos y ocurrentes. Porque está convencida de que lo cómico no sólo es el personaje sino la manera como ella transmita las situaciones. “Tú tienes que lograr que el último de la fila capte los gestos, y hay que sacar más fuerza para darle vida a una modelo estrato 20, sin una cámara que se acerque a tu cara”. A diferencia de lo que le pasa en el teatro, sus expresiones se han visto muy de cerca en la televisión y en el cine. Desde 2007, Renata ha sido Marcela en la telenovela Pura sangre, y Susana en la película colombo- española Culpa ajena. Ahora es Juliana en la obra de teatro Infraganti, y Rocío en la nueva producción para televisión de Rosario Tijeras. Ninguna de estas cuatro mujeres se parece a ella, o al menos así lo cree. “En Rosario Tijeras soy una niña que utiliza sus encantos para lograr su cometido”, algo que podría equipararse a lo que ella misma hizo con su escultural cuerpo al inicio de su carrera, pero Renata se apresura a precisar que nunca pasaría por encima de nadie con tal de escalar posiciones. De Juliana, la modelo que se fuga con el novio de su mejor amiga en Infraganti, sólo tiene la experiencia en las pasarelas. “Es que además de todo, ella es muy bruta”, dice sonriendo, y a Renata le sobra inteligencia. Por eso decidió quedarse definitivamente en el país y dejar a un lado sus avances en Los Ángeles (Estados Unidos) con la presentación de programas de televisión como Cine de las estrellas, del canal Telefutura, y E-Latinmusic del canal musical HTV. Quiere seguir actuando y aprovechar las herramientas que le han dado Miguel García y Mario Jurado, dos de sus maestros de actuación. “Cuando empiezas a ver que realmente tienes talento para la actuación, también te haces consciente de que cada proyecto debe tener una preparación absolutamente distinta”, dice, y sabe que puede tener los mejores directores y grandes elencos, pero si no entiende de lo que le están hablando, no hay mucho que hacer. “Por encima de cualquier cosa te debe gustar lo que haces”, concluye. Tomado de la Revista Cromos No. 4764, 19 de septiembre de 2009
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